28 HEROES #documental #historia #corea #podcast 121ki

Oí una voz que gritaba, «Chico de Canadá, esta noche morirás», en un inglés perfecto.

Y yo...

Contesté, «Vena por mí, hijo de puta».

Resultó ser un batallón al completo y yo solo tenía 28 hombres.

En aquel momento no teníamos miedo a la muerte.

Casi siempre lanzábamos el grito de carga y atacábamos.

En el batallón chino seguro que había más de 28 hombres, pero luchaban contra canadienses.

Esos hombres eran fantásticos, 28 héroes.

Junio de 1950.

Las fuerzas comunistas de Corea del Norte invaden el sur.

La Guerra de Corea comienza.

Yo tenía 19 años cuando empezaron los problemas en Corea.

Estaba ansioso por alistarme, así que, junto a cuatro amigos, nos presentamos antes de que empezara la campaña de reclutamiento.

Canadá, Estados Unidos y sus aliados apoyan a Corea del Sur, mientras que la Unión Soviética y China apoyan al norte.

Los soldados del ejército chino y también muchos civiles nos presentamos voluntarios para participar en la Guerra de Corea.

Habíamos hecho un juramento con nuestra propia sangre.

Preferíamos morir en el campo de batalla antes de perder nuestra tierra.

Corea se convertirá en el centro de una nueva lucha entre dos grandes potencias y la primera batalla de la Guerra Fría.

El primer ministro, que entonces era Louis Saint Laurent, habló por la radio y dijo que necesitaba voluntarios.

Así que yo, con unos cuantos más, me tomé unas copas y decidí que sería una gran idea contestar a esa petición.

Nos lo debemos a nosotros, a cada uno de nosotros, a nuestros hijos y a los hijos de los demás, para hacer todo lo que la forza humana pueda sugerir para evitar los desastres de la Tercera Guerra Mundial.

Para otoño de 1951, cientos de miles de coreanos han muerto.

Las fuerzas chinas y estadounidenses han luchado hasta la extenuación en el paralelo 38.

Y los canadienses se unen al frente en la línea de Jamestown, un sistema de trincheras excavado en las tierras altas de Corea.

Una de sus posiciones se encuentra en la estribación de Songok.

A finales de octubre, cuando el tiempo empieza a enfriarse y las noches se vuelven más largas, el teniente Edmast Ronardi y su pelotón se atrincheran.

Estaba con el segundo pelotón.

Compañía A nos llamaban los locos del aire y éramos un grupo maravilloso, pero desgraciadamente reducido.

Dios mío, veníamos de todos los orígenes étnicos imaginables.

Aborígenes, afrocanadienses, irlandeses, ingleses, australianos...

Todo lo que representa Canadá, tal y como la conocemos hoy.

Todos voluntarios.

No había mucho.

En la trinchera recibíamos una entrega de cerveza.

Había una botella de cerveza acai para cada uno de nosotros.

Le dábamos todas las cervezas al mismo para que pudiera emborracharse esa noche.

Nosotros nos quedábamos para ayudarle, para cuidarle.

Nos alegraba aquella forma de compartir.

Sabíamos que teníamos que ser un equipo si queríamos lograr algo y eso es lo que hacíamos.

Trabajábamos en equipo.

La posición de este pelotón es muy peligrosa.

Su avanzadilla está a menos de 600 metros del enemigo, con solo una pequeña vía de escape en la parte trasera.

Los canadienses establecieron un punto estratégico, un puesto de espionaje con tres soldados en una pequeña colina llamada la Escala.