De panis quadratus y pizzas científicas 4r4j15

Hola, soy Manuela de la Cruz y esto es No me cuentes historias.

Hola, ¿qué tal estáis? Yo ya con la voz recuperada, que no sé si es mejor que la de la semana pasada, pero al menos es la mía real.

Iniciamos la semana con un nuevo programa, como siempre.

En el de hoy realizaremos un viaje culinario por nuestra querida Italia.

Y para ello estableceremos nuestra base en la capital de la Campania, o como se dice en napolitano, a Nápoles.

Andiamo.

Conozco a pocas personas que no les guste la pizza, y es que podríamos decir que es el plato más internacional que existe, aunque quizá en Italia digan que lo que hacemos fuera de allí es pan con gosas.

Y en muchos casos la verdad sea dicha, tendrían razón.

Ingredientes básicos.

Pan, tomate y queso.

Como veis, ni hay piña ni hay nata, porque la carbonara se hace con huevo.

Así que si vais a una pizzeria italiana y tienen estos ingredientes, ya sabéis que igual, igual, muy italianos no son.

Y por supuesto, este manjar tiene sus propias fechas de celebración.

17 de enero, 9 de febrero, 10 de marzo, 7 de mayo, 10 de julio y unas cuantas más.

Lo importante es comer pizza.

Su día mundial se celebra desde 2017, año en el que fue declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco por su papel en la sociedad y su transmisión entre generaciones hasta la actualidad.

Ya no solo hay controversia con dónde y cuándo apareció la primera pizza, sino también con el origen de su nombre.

Por ejemplo, algunas de las hipótesis son que la palabra pizza proviene del griego pektos, que significa sólido o coagulado, en referencia a la masa, o también pinza, del verbo latino pincere, presionar, machacar o aplastar.

De lo que no cabe ninguna duda es de que la pizza que conocemos actualmente es originaria de Italia, más exactamente de Nápoles.

Inicialmente era una comida para gente humilde, rápida y económica, que se vendía de manera ambulante por las calles de la ciudad.

A partir de mediados del siglo XVI llegan los tomates a Europa, importados de América, que al principio pensaban que eran venenosos, pero que acabarían siendo uno de los ingredientes principales.

La forma más sencilla que tenían de tomarla era con ajo, aceite y tomate.

Y la primera pizzería, la más antigua del mundo, es la napolitana Portalba, la cual abrió sus puertas en 1738.

Pero la pizza no solo va extendiéndose a nivel territorial, sino que también lo hace de manera social, cuando la aristocracia comienza a solicitar la construcción de hornos en sus palacios para servirlas a sus invitados.

En 1889, para celebrar la visita de los reyes a Nápoles, el pizzaiolo Rafael Expósito realizó tres pizzas diferentes, entre las cuales la reina Marguerita de Savoia eligió la que le recordaba a la bandera de Italia por sus colores.

El verde de la albahaca, el blanco de la mozzarella y el rojo del tomate.

En su honor, Expósito le puso su nombre a esta pizza y, a cambio, la pizzería obtuvo el sello real.

A pesar de todo esto, no sería hasta después de la Segunda Guerra Mundial, a través de las tropas situadas en territorio italiano, cuando realmente se produce la expansión de la pizza por todo el país.

Pero para encontrar su origen, o más bien sus antepasados, tenemos que remontarnos mucho tiempo atrás, pero mucho.

Hasta poco después del inicio de la agricultura, cuando se descubrió que con los cereales se podía hacer pan.

Dicho así de un modo un poco tosco, pero para que me entendáis.

Sería con el descubrimiento de la levadura en el Antiguo Egipto cuando ya comienza a ser más agradable de comer y digerible.

Con el paso del tiempo se le fueron añadiendo ingredientes como orégano o aceite de oliva e incluso pasas y aceitunas, como hacían los antiguos etruscos.

Y es que además de la arqueología, que nos trae al presente usos y recetas del pasado, también encontramos documentación escrita al respecto, como el libro de cocina romana de Marcus Gavius Apicius, de Re Coquinaria, en el que también aparecen panes con distintos tipos de condimentos.

Aunque ya hay constancia de ello también en la Antigua Grecia, donde lo alineaban con