
Episodio 34 T3: «La música de los domingos» de Liliana Heker o cómo usar la unidad de efecto para dejar huella u2t3e
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Bienvenidos a FICCIÓPATAS en nuestro trigésimo cuarto episodio de la tercera temporada desde el Rancho Rosa de Santa Eulalia en Murcia. Hoy destripamos «La música de los domingos» de Liliana Heker, dentro de la antología «Cuentos de fútbol argentino» (Alfaguara, 2011). Liliana Heker (Buenos Aires, 9 de febrero de 1943) es una cuentista, novelista y ensayista argentina. Fundó con Abelardo Castillo la revista «El escarabajo de oro». Su primer libro de cuentos, «Los que vieron la zarza», obtuvo en 1966 la Mención Única del Concurso de Literatura Hispanoamericana, fue publicado ese año. Es autora de obras como: «Zona de clivaje» (Legasa. 1987), «El fin de la historia» (Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara. 1996), «Noticias sobre el iceberg» (Alfaguara. 2024) o «Cuentos reunidos» (Alfaguara. 2016), que reúne todos sus cuentos publicados y algunos inéditos, entre muchas otras obras. ¿Conoces a la autora? ¿Has leído algo de ella? Háznoslo saber en los comentarios. 🧐 *** Si quieres apoyar nuestro podcast para que podamos seguir comprando bisturíes y batas y podamos afilar esos cuchillos que nos esperan en nuestra mesa de disección, puedes hacerlo comprando nuestros libros, siguiéndonos en redes y compartiendo nuestro contenido, pero también invitándonos a un café (o dos) en https://ko-fi.com/ficciopatas También puedes leer nuestros libros y llevar nuestras camisetas. Los primeros son fáciles de encontrar. Las segundas las puedes buscar aquí: https://www.latostadora.com/shop/ficciopatas Prometemos borrar vuestras huellas. Gracias a todos por vuestra fidelidad y apoyo. *** A los mandos: Eric Luna (https://linktr.ee/ericfluna) y Víctor Morata (https://linktr.ee/victormorata). Colabora: Chris T. Nash (https://www.instagram.com/chris.t.nash) Música: Leonardo Jul (https://linktr.ee/hececa) Más sobre Ficciópatas: https://linktr.ee/ficciopatas ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/1618355 3h3f4x
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Había un momento de la tarde, podían ser las cuatro o tal vez las cinco, si era verano, en que el viejo se pegaba a la ventana, la cabeza un poco la de hada, la mano haciendo de pantalla contra la oreja y con voz de velorio decía, lástima la música. Eso después que nosotros nos habíamos pasado las horas metamagaldi, metacharlo, todo ese revival para tenerlo contento porque, como dijo una bestia Lucrecia, un domingo de mala muerte que lo traemos, bien podemos hacer un pequeño sacrificio con tal de verlo feliz. Bienvenidos a nuestra mesa de disección, cojan guantes y escalpelo y prepárense para abrir la ficción de hoy en canal, esto es Ficciopatas.
Buenos días, Víctor. Buenos días, Erick. ¿Qué tal? Pues muy bien, hoy ya episodio número 34, 11 de mayo, 2025, y bueno, dinos a quién nos has traído hoy domingo, precisamente. Hoy domingo, rimando con la música de los domingos, de este relato que regó hoy de Liliana Hecker, de esta gran autora, esta gran cuentista argentina. Que sigue viva, además. Sigue viva, ya mayor, pero sigue viva.
Y nada, no sé si recordarás que estuvimos hablando hace poco de, bueno, no recordarás porque hace dos episodios o tres, de Abelardo Castillo y de aquella revista en la que una de sus colaboradoras era Liliana, una revista en la que ella se convirtió en escritora, por así decir. Sí. Y sí, yo ya tenía pensado traer a Liliana también desde hace tiempo.
Sí, la verdad es que aquí hacemos un poco de puente entre autores y la verdad es que sí, el hecho de que ha colaborado mucho, colaboró mucho con Abelardo Castillo y con otros autores que ahora a lo mejor no tiran. Sí, sí. Vamos a ir. Voy a hablar un poco de ella. Bueno, como digo, Liliana Hecker es otra de las grandes cuentistas argentinas. De hecho, es referencia para autores de la talla de Samantha Sueblin. A lo mejor, no tengo claro si Mariana Enríquez también, pero sí que es una referente.
Hay una anécdota en Wikipedia sobre sus comienzos que ha querido traer, en la que se cuenta que ella envió una carta y un poema a los 16 años para que el poema fuera incluido en el grillo de papel de la revista de Abelardo Castillo y contaba a ella que Abelardo se encontró con ella a los pocos días y le dijo que el poema era pésimo, pero que por la carta se notaba que ella era escritora, así que la aceptó como parte de la reacción de la revista.
Me pareció una anécdota muy buena. Eso fue una de cal y otra de arena, ¿no? Bueno, fue sincero.
Sí, o una hostia dulce, que se suele decir también. No me gusta el poema, pero se derrota.
No, no, pero por la carta, fíjate que es como la carta que es lo que has intentado convencerme, que querías colaborar con el poema. El poema no me interesa, pero la carta sí.
Claro, efectivamente. Escribe menos poemas y más cartas.
Bueno, ella empezó, si bien ella empezó escribiendo poesía y no poesía en realidad, porque, mira, a colación de la lectura de este relato, dí con un libro suyo y me lo he leído, en cuestión de días, que se llama La trastienda de la escritura. Es un ensayo en el que ella habla de su proceso creativo. No es tanto un manual de escritura como un ensayo en el que ella habla de su proceso.
Y bueno, ella contaba que al principio ella escribía una especie de textos, a los que no sabía muy bien cómo llamar, y esto yo creo que es muy de lo que pasa al principio también cuando empiezas a escribir, ¿no? Que te mueves entre el relato y no, entre la crónica y no, entre la reflexión y no. Pretendes darle un matiz literario, pero no es nada, ¿no? Y de hecho le puso un nombre a ese género. No lo tengo aquí, no me acuerdo, pero me resultó también curioso.
Bueno, digo que años más tarde, junto a Velardo, fundaría El escarabajo de oro. Sí, esa revista que fue tan reconocida en Argentina, donde colaboraron los escritores de la talla de Cortázar, Buitisolo, Piglia, Pizarnik, que Liliana perteneció, esto también lo quería decir,
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