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Vuelo del Cometa
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Lucha de clases: por qué no quieren que leas libros

Lucha de clases: por qué no quieren que leas libros 4m63e

24/5/2025 · 09:47
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Vuelo del Cometa

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Un infierno en el cerebro es una sección del programa en la que Diana Soriano explora el impacto transformador de la lectura en nuestras vidas, conectando literatura, historia y pensamiento crítico. En este episodio, nos sumergimos en la relación entre la lucha de clases y el al conocimiento, analizando cómo los poderes fácticos han tratado históricamente de limitar el alcance de los libros para mantener estructuras de poder y control social. ¿Por qué temen los poderosos a la educación literaria? ¿Qué papel juega la literatura en la conciencia de clase? Descúbrelo a través de un recorrido por obras clave y reflexiones profundas sobre el papel político y emancipador de la palabra escrita. Patreon: https://www.patreon.com/vuelodelcometa YouTube: https://www.youtube.com/@vuelodelcometa Twitch: https://www.twitch.tv/vuelodelcometa Bluesky: https://bsky.app/profile/vuelodelcometa.bsky.social Instagram: https://www.instagram.com/vuelodelcometa Twitter: https://twitter.com/Vuelodelcometa Telegram: https://t.me/vuelodelcometacomunidad WhatsApp: https://whatsapp.com/channel/0029Vb16aSZEawdwoA2TD235 Facebook: https://www.facebook.com/Vuelodelcometa Mastodon: https://mastodon.social/@Vuelodelcometa Web: alvaroaparicio.net Si quieres apoyar este y otros proyectos relacionados: https://www.patreon.com/vuelodelcometa o a través del sistema de mecenazgo en iVoox. Y si quieres ar con nosotros para una promoción, no dudes en ponerte en o a través de: [email protected] ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/1049191 434149

Lee el podcast de Lucha de clases: por qué no quieren que leas libros

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

¿Y si el orden del mundo no es fruto del azar, sino de un guión cuidadosamente redactado desde hace siglos? Bienvenidos a Un infierno en el cerebro, una miniserie del podcast literario El vuelo del cometa.

Hoy hablamos de clases sociales, no desde el dogma político ni la consigna de pancarta, sino desde algo más sutil y que representa el vuelo del cometa.

La literatura.

Durante siglos nos han contado que el pobre es pobre porque quiere, que el rico es rico porque se lo merece y que todo está más o menos bien como está.

Pero hay libros que dijeron, espera un momento, ¿y si no? Antes de que se acuñara siquiera el concepto moderno de clase social, algo que debemos en buena parte a Karl Marx y a Mark Webber en el siglo XIX, ya había escritores lanzando piedras al escaparate del orden social.

Y desgraciadamente no es una exageración.

Según el World Inequality Report de 2022, el 10% más rico del planeta posee el 76% de la riqueza mundial.

Y eso no lo ha decidido la naturaleza.

Antes de que estos libros hablaran había un silencio perfectamente orquestado.

Un orden social que no necesitaba gritar porque ya estaba asumido.

Era el del patrón y el obrero, el del amo y el criado, el del que escribe la historia y el que la barre.

Durante siglos la desigualdad fue explicada como una ley natural.

Dios arriba, el rey debajo, el noble al lado y el pueblo al fondo, empujando.

La idea de que uno nacía en su sitio y que debía morir en él era tan aceptada como el amanecer.

No hacía falta justificarla, era así.

Y la literatura, al menos la oficial, reforzaba ese orden.

Los personajes populares eran bufones, pícaros, criados leales o mártires resignados.

Sancho Panza rebuzna, pero no manda.

Lázaro sobrevive, pero no cambia las reglas.

Y los sirventes de Shakespeare hacen reír, pero desde la sombra.

Estaban en escena, sí, pero no tenían voz propia, no eran sujetos de transformación, sino figurantes en un mundo que no les pertenecía.

Hasta el siglo XIX, el analfabetismo era la norma para la mayoría.

En 1850, más del 80% de la población europea no sabía leer.

Y si no se lee, no se escribe la historia.

La clase obrera, como sujeto político o cultural, ni siquiera existía como tal.

El concepto de clase empieza a usarse con bastante fuerza tras la revolución sa, pero no será hasta Marx, en 1848, que se articula como conflicto estructural.

El trabajo se concebía como castigo bíblico, no como derecho ni fuente de dignidad.

Los obreros eran mano de obra, no ciudadanos.

El mérito, esa palabra tan de moda hoy, no aplicaba.

El ascenso social era una rareza, no una expectativa.

En ese escenario aparece una literatura que empieza a hablar de lo que no debía, que el pobre no es un error, sino una consecuencia, que el trabajo sin derechos no construye civilización, sino servidumbre, que el poder no es solo político, sino narrativo.

Y sobre todo, que la clase no es un dato, es una herida que sangra historia.

Ahora sí, empezamos con los libros.

Francia.

Años 30.

La Gran Depresión ha llegado.

El desempleo roza el 15% y el miedo al comunismo crece.

Mientras tanto, las fábricas en las afueras de París rujen con turnos de 12 horas y salarios miserables.

Simon Weil, filósofa brillante de origen judío, abandona la comodidad de su vida intelectual y entra a trabajar en la línea de montaje de Renault.

Allí descubre una verdad abrasadora.

El trabajo repetitivo no eleva al ser humano, lo reduce.

Escribe.

El alma se muere lentamente cuando uno se convierte en herramienta.

En 1934, el 60% de los obreros ses no tenían contrato fijo.

La alienación era física, emocional y, sobre todo, social.

La condición obrera, escrita por Weil, no fue un best-seller, pero tuvo un eco profundo en círculos intelectuales y sindicales.

Introdujo en la izquierda europea una dimensión ética del trabajo que iba más allá del marxismo.

Weil se convirtió en símbolo de una intelectual comprometida desde la vivencia, no desde una cátedra.

Un estudio de 2024 revela que, aunque el 41% de la población en España se considera clase obrera, solo el 11% se identifica como tal.

Esta discrepancia indica una dilución de la conciencia de clase, donde muchos trabajadores precarios se perciben como clase media-baja, lo que en gran medida dificulta la organización y reivindicación de derechos laborales.

España, 1930.

La monarquía se hunde, se respira Segunda República.

Ortega y Gasset, desde su torre de marfil, publica un libro que es una advertencia.

El pueblo ha tomado la palabra.

Critica al hombre masa que opina sin preparación, que exige sin saber.

Pero al hacerlo, documenta el ascenso de una nueva clase cultural.

Tiene una frase clave.

El hombre masa no tiene conciencia de sí mismo.

Aunque Ortega y Gasset miraba con recelo el ascenso de las masas, su libro tuvo un impacto enorme.

En España y en Europa se leyó como el reflejo de un cambio irreversible.

El pueblo ya no era un espectador silencioso.

Algunos interpretaron la obra como una defensa de la élite cultural.

Otros como una señal de que la cultura dejaba de ser un lujo para pocos.

En cualquier caso, después de la revolución de las masas, ya nadie volvió a hablar del pueblo sin matices.

Pierre Bourguignon.

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