El Barril del Amontillado: La venganza perfecta de Edgar Allan Poe 4x336o

Esta es la historia de una copa de vino que termina en una tumba. No hay gritos, no hay sangre, sólo un brindis, una risa y un muro de ladrillos levantado en silencio. Bienvenidos a una de las venganzas más frías de la literatura. Bienvenidos al vuelo del cometa.

Somos Álvaro Aparicio y Diana Soriano y estamos aquí una vez más con un nuevo formato que estamos probando. Así que vamos a meternos ya en harina. Está Diana preparada para hacer hoy los honores en lo que será una lectura integral con análisis del barril del amontillado de Edgar Allan Poe. Pero antes de meternos en materia, vamos a entrar en contexto. Imaginemos tú que nos escuchas, sea en iVoox o sea en YouTube, donde sea, que estás escuchando este programa.

Ponte en situación. Imagina lo siguiente. Estás en pleno carnaval. Estás un poquito borracho, un poquito lacasito, vestido de bufón, es decir, literalmente con cascabeles y todo. Y un colega tuyo, muy amable, te dice que ha encontrado un barril de un vino exquisito, un amontillado que necesita tú para dar experto. Tú, por supuesto, dices que sí, porque eres fortunato y porque no sabes que en realidad lo que vas a catar es algo muy diferente.

Aquí puedes insertar chiste muy spicy, pero no, lo dejaremos en puntos suspensivos. El barril del amontillado es uno de esos cuentos donde no hay monstruos, no hay fantasmas, no hay nada sobrenatural. Lo que hay es mucho peor. Es un tipo elegante, frío y rencoroso que decide vengarse por un insulto. ¿Qué insulto? No se sabe.

Y ahí está lo brillante. Poe no nos lo cuenta. Solo sabemos que Montresor, nuestro narrador, uno de esos narradores que te caen al principio y luego te das cuenta de que deberías haber salido corriendo, considera que el pobre fortunato ha cruzado una línea invisible. ¿Cuál es el plan? Bueno, es muy sencillo. El plan es emborracharlo, eso de entrada, llevarlo a unas catacumbas y allí, bueno, quien no sepa, no se ha leído, no sepa nada de este cuento, a continuación, continuando, continuaréis.

Porque todo es muy fino, todo es muy tranquilo, como a quien prepara una cena romántica con velas, con un buen vino. Ven, ven, acompáñame. Es un te llevo al huerto de Manuel. Y lo más inquietante es que Montresor, durante el 85% del cuento, no grita, no suda, no se arrepiente. Al contrario, lo cuenta con el mismo tono con el que uno recuerda una anécdota graciosa del instituto.

No, en ningún momento se sobresalta. ¿Os acordáis aquel día que Fortunato me siguió a la bodega? ¡Qué risas! Y eso es lo que hace que este cuento sea tan perturbador y tan increíblemente fascinante.

No hay justicia, no hay castigo, no hay moraleja, sólo un crimen perfecto contado por un tipo que duerme de categoría todas las noches. Pero que tampoco hay ofensa realmente, estamos un poco ahí en el limbo de la opinión de cada uno. Claro, vamos a descubrirlo, porque esto es, damas y caballeros, el barrión del amontillado, donde el horror no está en lo que se ve, sino en la calma con la que se ejecuta. Así que antes de comenzar con el primer bloque de lectura, redes sociales, en la descripción del programa, tanto en ivox como en youtube, vais a encontrar todos los enlaces, los podréis encontrar en Blue Sky, en Twitter, en Threads, en Instagram, en Facebook, en casi todas las partes.

Pero también nos podéis apoyar por Patreon, ¿de acuerdo? Si tenéis interés en acercaros para, no sé, comentar, uniros a la comunidad, también está el grupo de telegrama abierto, en la descripción está todo ahí. Así que ahora, damas y caballeros, vamos a meternos a través de las cuerdas vocales de Daniel Soriano, en el primer bloque de este maravilloso cuento, que posiblemente sea uno de los más perfectos de la historia de la literatura. Así que, Diana, por favor, nos vamos ya.