Programa 50 Lucía Etxebarria y un combatiente español voluntario en la guerra de Ucrania cy3r

Persigue tus sueños. Menuda idiotez. Eso de tener un sueño y que por el hecho de imaginarlo ya tengas derecho a él nos ha hecho tanto daño. Tener un sueño no implica nada. Desde luego no implica merecerlo. Para empezar porque hay sueños imposibles. Sí, sí, imposibles. Es como si yo ahora quisiera ganar las olimpiadas de Atenas en 2004. O simplemente convertirme en la cantante de jazz más famosa del mundo. Ya no puede ser, ¿verdad? Porque está bien que así sea. Y después porque no todos los sueños resisten el paso del tiempo. Los sueños, como las nubes, cambian de forma. Evolucionan.

Se van completando con todo aquello que vivimos. Por eso, más importante aún que perseguir tu sueño, es actualizarlo. Si nadie actualizase sus sueños en este mundo sólo habría futbolistas, astronautas y veterinarios. Y por último, porque hay sueños que pueden ser una pesadilla para los demás. Eso va por todos los asesinos en serie, los dictadores genocidas o los imitadores de ferranadría. A todos ellos, con todo el cariño, si cambian su sueño, pues oye, mejor. Tener un sueño no significa nada. Después de tenerlo, lo que hay que saber es sudarlo, trabajarlo, currárselo todos los días. Y aún así, a veces, ni siquiera se cumple.

Bienvenidos al programa que sólo sueña con agradaros. Bienvenidos a Viajando Conchester. Nuestro primer invitado ha vivido en sus carnes la guerra de Ucrania. Cuando empezó el conflicto se alistó voluntario a luchar codo con codo con los ucranianos. Desde ahí ha narrado a los espectadores de Todo es Mentira cómo era el día a día en las trincheras.

Allí al fondo, en aquella casa de allí, están los soldados rusos. Un año después, este ex legionario vuelve a casa con graves heridas en las piernas y habiendo perdido parte de sus dedos. De él sólo sabemos su nombre, porque asegura que si damos su apellido, su vida corre peligro. Juan, el legionario.

Tienes alto, cabrón. Bienvenido al Chester. Muchas gracias. A ver, ponte cómodo, ¿puedes? Perfecto. ¿Quieres un cojín o algo? No, no, no. Quiero una pierna nueva. Eso es difícil. ¿Qué más traías, Ucrania? Bueno, la idea era un poco esta, ¿no? Lo que pasa es que a mí me faltaban los cristales. Corría viento y ahí te tiras al suelo y ya dormí.

Bueno, si puedes, con las bombas cayendo y pasando balas por al lado tuya, pero sí, es muy parecido.

Vamos a ver, yo sé que esto va a ser difícil, ¿vale? Pero va a ser difícil para los dos. Más para mí.

Para ti lo difícil ya ha pasado. Ahora vamos a intentar explicar todo lo que ha pasado. Te voy a pedir dos cosas.

La primera es que me lo cuentes todo. Y la segunda es que te olvides de que alguna vez hemos hablado tú y yo antes.

Porque tú y yo nos hemos visto en otro programa en el que hemos charlado, en el que ya me has contado algunas cosas.

Pero yo quiero que el espectador del Chester lo escuche todo por primera vez. Hacemos eso. ¿Cómo acabas en Ucrania? Trabajando. Vi las imágenes de lo que sucedía en Ucrania. Me impactó ver cómo los padres mandaban.