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Terror junto a la hoguera
El reflejo de helena (por Y.)

El reflejo de helena (por Y.) 62z6y

4/3/2025 · 04:20
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Terror junto a la hoguera

Descripción de El reflejo de helena (por Y.) 4r695e

En este episodio, te sumergirás en la historia de Helena, quien, tras descubrir un antiguo espejo en la casa de su abuela, comienza a percibir algo siniestro al otro lado del cristal. Sus movimientos reflejados tardan en imitarla, y una sonrisa antinatural revela que no está sola frente al espejo. Cuando la delgada línea entre la realidad y el reflejo se quiebra, Helena deberá enfrentarse a la presencia que acecha en el vidrio. Prepárate para un relato que hará que mires tus propios espejos con desconfianza. ¡No apto para corazones frágiles! Relato enviado por Y. Mandanos tu relato a [email protected] y3lw

Lee el podcast de El reflejo de helena (por Y.)

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Bienvenido. Te acercaste al fuego buscando calor, pero lo que encontraste fue algo muy distinto.

Las historias que escucharás te envolverán en un manto de misterio, miedo y oscuridad.

Apaga las luces. Deja que el crepitar de la hoguera sea tu compañía.

Esto es terror junto a la hoguera.

¿Estás listo para quedarte hasta el final? El reflejo de Elena por i.

Elena nunca había temido a los espejos. Hasta aquella noche, cuando se mudó a la antigua casa de su abuela, encontró un enorme espejo en el desván, cubierto por una sábana amarillenta.

Su marco dorado tenía intrincadas figuras talladas, rostros con expresiones de horror, bocas abiertas en un grito eterno.

Algo en ese espejo la inquietaba, pero aún así lo bajó a su habitación.

La primera noche, mientras se cepillaba el pelo frente al espejo, notó algo extraño.

Su reflejo parecía tardar un poco más en seguir sus movimientos.

Parpadeo. Su reflejo parpadeó un segundo después. Un escalofrío le recorrió la espalda.

Estoy cansada, se dijo, pero la sensación de inquietud creció con los días.

A veces, al pasar frente al espejo, tenía la impresión de que su reflejo la miraba con ojos distintos.

No con sus ojos, sino con algo más oscuro, algo hueco.

Entonces llegó aquella noche. Se despertó de madrugada con una extraña presión en el pecho, como si alguien la observara.

Giró lentamente la cabeza hacia el espejo y su sangre seló.

Su reflejo estaba de pie.

Ella seguía acostada en la cama, paralizada, pero en el espejo su otro yo la miraba fijamente desde una posición erguida, con la cabeza ligeramente inclinada, como estudiándola.

Su respiración se volvió errática. Quiso moverse, pero su cuerpo no le respondía.

Entonces su reflejo sonrió. No fue una sonrisa suya, no era su gesto, su expresión.

Era una mueca antinatural, como si su piel se estirara más de lo debido, como si la boca se abriese demasiado, sus dientes parecían más largos, más afilados.

Con un esfuerzo desesperado, Elena rompió el hechizo de su parálisis y se lanzó fuera de la cama.

Corrió hacia el espejo y lo cubrió con una sábana de un tirón.

Se quedó temblando, con el corazón golpeándole el pecho, escuchando el silencio absoluto de la habitación, pero entonces algo se movió detrás de la tela.

Elena sintió un nudo en la garganta. La sábana empezó a hincharse, como si alguien al otro lado estuviera presionando contra ella.

De repente, dos formas aparecieron bajo la tela, como manos aplastadas contra el cristal, y luego los dedos empezaron a salir.

Las sombras de unas uñas largas y huesudas arañaron la tela desde dentro. Elena gritó y corrió hacia la puerta, pero un golpe seco la detuvo.

El espejo se cayó solo. La sábana se deslizó, dejando ver el cristal desnudo.

El reflejo de la habitación seguía ahí, pero ella no estaba en él. El pánico la invadió. Se acercó lentamente, con las piernas temblando.

Tocó el cristal. Estaba helado.

Entonces la vio, al fondo del espejo, en la negrura más allá de su reflejo. Algo la miraba. No era un reflejo. No era humano.

Un par de ojos hundidos, una sonrisa demasiado ancha y unas manos que se estiraban hacia ella. Elena gritó, pero nadie la escuchó.

Al día siguiente, la habitación estaba vacía. El reflejo seguía en su lugar, reflejando la estancia como si nada hubiera pasado. Hasta que alguien más se atreviera a mirar.

Y así, las llamas devoraron el último susurro de la noche.

Pero ahora te toca a ti. Sí, a ti. Que estás al otro lado del fuego. ¿Cuál es tu historia? Envíanos tu relato de terror a terrorjuntoalahoguera.com y haz que las sombras cobren vida una vez más.

Y no olvides suscribirte, para que cada vez haya más voces resonando junto a esta hoguera maldita.

Hasta la próxima, si te atreves.

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