
Los susurros del muñeco por Ypunto x2814
Descripción de Los susurros del muñeco por Ypunto 613jn
En una noche tormentosa, Elena descubre un muñeco de porcelana escondido en el desván de su abuela. Lo que parece un simple objeto olvidado esconde un oscuro secreto: el alma de Carmen, la hermana fallecida de la anciana. A medida que la historia se desenreda, el miedo se vuelve palpable. Susurros en la oscuridad, risas que no deberían existir y un destino inevitable marcan este relato aterrador. ¿Puede un espíritu aferrarse a un objeto… y reclamar un nuevo cuerpo? 🎧 Sumérgete en este espeluznante episodio y descubre el destino de Elena. Pero ten cuidado… puede que algo te observe en la oscuridad. 102h6j
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Bienvenido. Te acercaste al fuego buscando calor, pero lo que encontraste fue algo muy distinto.
Las historias que escucharás te envolverán en un manto de misterio, miedo y oscuridad.
Apaga las luces. Deja que el crepitar de la hoguera sea tu compañía.
Esto es terror junto a la hoguera. ¿Estás listo para quedarte hasta el final? Los susurros del muñeco. Por y punto.
La tormenta azotaba la vieja casa de los Montenegro. El viento silbaba entre las crietas de las ventanas y las sombras parecían moverse con cada relámpago.
Elena había llegado ese día para ayudar a su abuela a ordenar el desván.
Un lugar polvoriento y olvidado, donde los recuerdos parecían pudrirse junto a los muebles viejos. Entre cajas carcomidas por el tiempo, algo llamó su atención. Un muñeco de porcelana, envuelto en un velo amarillento. Su vestido estaba ajado, su rostro cuarteado por el tiempo.
Pero lo peor eran sus ojos de vidrio. No eran solo reflejos. Había algo dentro de ellos.
Elena lo tomó con cuidado y bajó las escaleras.
Abuela, ¿de quién es este muñeco? La anciana, sentada junto al fuego, se puso de pie de golpe. Su rostro se descompuso.
¿Dónde lo encontraste? En el desván. Estaba en una vieja caja. Parecía importante.
La abuela apretó los labios. Su mirada se oscureció.
Ese muñeco perteneció a Carmen.
El nombre flotó en el aire, impregnado de un peso extraño.
¿Quién es Carmen? Mi hermana.
Susurró la anciana.
Murió cuando era pequeña. Mi madre intentó traerla de vuelta.
Elena sintió un escalofrío.
¿Qué quieres decir? La anciana se dejó caer en su silla y bajó la voz.
Mi madre nunca pudo aceptar su muerte. Buscó ayuda en una mujer que practicaba rituales prohibidos, magia oscura. Le dijeron que podía atrapar el alma de Carmen en un objeto querido.
¿Y ella eligió ese muñeco? La chimenea crepitó de golpe, como si algo en la casa hubiera despertado.
¿Y funcionó? Preguntó Elena, sintiendo un nudo en el estómago.
La abuela asintió con los ojos húmedos.
Carmen perdió, pero no era ella.
La primera noche, el muñeco apareció en el pie de su cama, aunque mi madre lo había dejado en otra habitación.
La segunda noche, lo encontró en la cocina, con sus pequeños dedos de porcelana manchados de sangre.
Y la tercera noche, escuchamos a Carmen reír, pero Carmen estaba muerta.
Amá intentó quemarlo, destrozarlo, enterrarlo, pero el muñeco siempre regresaba.
Finalmente, lo encerró en el desván y nos prohibió tocarlo.
Elena miró el muñeco en sus manos.
Las grietas en su rostro parecían sonreír.
Esa noche, sintió frío en la habitación.
Se despertó sobresaltada y vio la silueta del muñeco en la silla, pero no estaba como la había dejado.
Su cabeza había girado hacia ella.
Elena cerró los ojos, diciéndose que era su imaginación, pero entonces lo oyó.
Un susurro.
—¡Déjame salir! Su piel se erizó, abrió los ojos, y el muñeco ya no estaba en la silla.
Un golpe seco sonó debajo de su cama.
Contuvo la respiración, el sonido se repitió más fuerte.
Cuando reunió el valor para asomarse, vio dos ojos, dos ojos de vidrio brillando en la oscuridad.
A la mañana siguiente, la abuela la encontró de pie, frente a la ventana, con el muñeco en brazos.
—¡Elena! Ella giró lentamente, sus ojos estaban vacíos, sus labios esbozaban una sonrisa rota, y con una voz que no era la suya, susurró.
—¡No soy yo! La abuela cayó de rodillas, sabía que había perdido otra nieta, y el muñeco tenía un nuevo cuerpo.
Y así, las llamas devoraron el último susurro de la noche.
—Pero ahora te toca a ti, sí, a ti, que estás al otro lado del fuego.
¿Cuál es tu historia? Envíanos tu relato de terror.
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