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Loop Infinito (by Applesfera)
Una cura de humildad en China

Una cura de humildad en China 47716d

30/4/2025 · 11:56
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Loop Infinito (by Applesfera)

Descripción de Una cura de humildad en China 5dg3v

Una anécdota personal durante un viaje a China me hizo recordar tiempos pasados y aprender una moraleja a la fuerza.<br>a con el autor:<br><br><li>X: <a href="https://x.com/jlacort">@jlacort</a></li><li>Bluesky: <a href="https://bsky.app/profile/lacort.bsky.social">@lacort</a></li><li>Mail: <a href="mailto:[email protected]">[email protected]</a></li><br>Loop Infinito es un podcast de Applesfera sobre Apple y su ecosistema, publicado de lunes a viernes a las 7.00 h (hora española peninsular). Presentado por Javier Lacort. Editado por Alberto de la Torre. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/757774 29672g

Lee el podcast de Una cura de humildad en China

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

¡Hola! Bienvenidos al UPI Finito, el podcast villani de palesferas sobre Apple y su ecosistema.

Yo soy Javier Lacorte. Empezamos.

A finalidad de 2017, o seguramente ya fue 2018, empezaba a ocurrir algo mágico en las cajas registradoras de España, que ocurría muy de vez en cuando, pero cuando ocurría dejaba una impresión como muy duradera. Era un gesto muy pequeño, casi invisible, salvo para quien lo presenciaba por primera vez. Imagina la escena. Un cliente llega a la caja, apodoca su móvil o incluso su reloj sobre el datáfono y ¡pum! Pago realizado. No hablamos del móvil, que en aquel entonces ya empezaba a sonar, sino que el reloj era una cosa como aparecer en una película de ciencia ficción.

Era el futurismo de andar por casa en esa época, en nuestros primeros meses sobre todo, y ya lo viví y lo viví encantado, porque ¿para qué vamos a engañarnos? A muchos de nosotros, seguramente a muchos también nos pasa, nos gusta este pequeño placer de sentir que somos los primeros en adoptar una nueva tecnología, esta sensación de estar jugando en una liga distinta y de usar el futuro mientras los demás aún están instalados en el presente. Recuerdo una anécdota bastante clara de que al entonces fui al cine con tres personas más, y antes de entrar paramos en la típica tienda del vestíbulo a comprar chucherías, nada especial, y cuando llegó el momento de pagar, levanté la muñeca, pasé el reloj por el datáfono desde el terminal pagomóvil y sucedió. Y la dependiente, que era una chica joven además, ni pestañeo, simplemente gritó ¡¿PERDONA?! Con una mezcla de sorpresa, fascinación y desconcierto nada disimulado.

Era como si yo lo hubiese acabado de hacer, una especie de truco de magia en medio de un barullo de adolescentes que aún no sabía lo que era el NFC, y yo en mi fuero interno no pude evitar sentirme un poco fano, pavoneándome discretamente, desplegándome a las plumas tecnológicas, pero sin querer disimularlo del todo. Porque esto no va de ser simplemente práctico, va de algo más. Los que nos gusta sentirnos early adopters no solo queremos probarlo nuevo, queremos que los demás lo vean, para que nos vamos a engañar, que se sorprendan, que pregunten, que nos den la oportunidad de que sin que parezca que lo pedimos, explicarles cómo funciona eso que usamos, y de paso lucirnos un poquito.

Quizás ya digo, también os pasa a vosotros, oyentes de un podcast sobre Apple, muchos estaréis en ese ajo. Adoptamos algo antes que los demás y lo lucimos con esta mezcla de orgullo técnico y de vanidad controlada. Con los AirPods también pasó. El primer día que salí, ya lo conté en este podcast, me fui a una sala de empresa, además iba con traje y con los AirPods ahí colgando de las orejas, y mucha gente me miraba. No fue la única vez que sentí muchas miradas, no duró mucho obviamente, pero el caso es que en esa primera noche que me compré los AirPods, fui en Metro por Madrid a la sala de esta empresa con el traje y con los AirPods, y bueno, yo me sentía un ente superior, con despertado tantas miradas y comentarios, fíjate lo que llevas y tal.

Algunos incluso te preguntaban, no te hacían la coña, si se perdía el cable, cosas así, pero tú ya sabías que estabas en el futuro mientras ellos seguían ahí enredando los auriculares en el bolsillo. Todo esto tiene un reverso, porque ser el primero en hacer algo tiene su punto, muy entre comillas, si no me entendéis mal, heroico, hasta que sale de tu burbuja cultural y tecnológica. Muchas veces ocurre cuando haces un viaje, por ejemplo, a China. Estos días estoy por China. Este viaje que os dije, que no me ha dejado grabar con la calidad acústica de siempre, ha sido por un viaje a China.

Estuve en Shanghái, después vine a Wuhu, pronto volver a Shanghái, y si en España alguna vez me sentí así como muy ufano por pagar con el Apple Watch, en China he vivido una especie de super cura de humildad tecnológica, porque en China, amigos, ni relojes, ni tarjetas, ni siquiera tienen un efectivo, tienen el protagonismo que queremos. Allí mandan, muchos de vosotros ya lo sabréis, si no, os lo cuento yo, dos aplicaciones, Alipay y WeChat Pay, aplicaciones integradas con el ecosistema chino que funcionan con códigos QR.

Ni rastro de MasterCard, ni de Visa, ni de contables al estilo europeo. Todo lo conocimiento se siente como muy moderno y puntero. En China es cosa del pasado, es arqueología digital, algo desfasado, algo que está desinstalado incluso. La primera escena que me dejó un poco fuera de juego fue en Shanghái, en un enorme recinto ferial. Había algunas máquinas despendedoras puestas en las puertas. Tenía sed, busqué una de esas máquinas. No había, por supuesto, ranura para monedas. Daba igual porque no llevo ni un yuan en China.

Y lo que miré era si aceptaba tarjetas contables, como muchas en España ya aceptan. Pero nada. Solo había para pagar un pequeño terminal, una pantallita con símbolos en chino y una pantalla con un gran botón azul. Decidí tocarlo, a ver qué pasaba. Ya sabía que la historia iba por Alipay, una de esas aplicaciones para hacer pagos y otras cosas, porque reconocí el logo. Y lo que pasó fue que se activó una camarita que había en ese terminal y la pantalla mostró mi cara, reflejada con un marco facial, invitándome a pagar con la cara.

Literalmente. Eso era el pago facial que se ha integrado en Alipay. Te registras y, si quieres, configuras tu cara. Y simplemente, cuando hay un terminal de estos que tienen

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