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El Punto Ancap
Andorra: cáncer, insolidaridad e impuestos

Andorra: cáncer, insolidaridad e impuestos 67464h

22/5/2025 · 11:55
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El Punto Ancap Nos encontrábamos a finales del mes pasado con Roma Gallardo de nuevo en televisión.

Esta vez fue llamado para debatir sobre los impuestos y las personas que se marchan a otros países buscando mejores condiciones fiscales. La postura de Roma, ya conocida por sus seguidores, era clara. No quiere que el Estado le robe y que lo poco que se le tenga que quitar se utilice de forma eficiente y honesta.

Una postura totalmente extremista, podríamos decir, dado los tiempos que corren. Y al contrario que la opinión hacia otros éxodos de personas, si como decía Roma, usted no encuentra motivos para darle al Estado todo lo que le quita sin ocuparse luego de lo que le promete y decide marcharse a Andorra, usted será un insolidario al que hay que señalar y degradar por ello.

No en vano, para enfrentar al peligroso discurso de Roma Gallardo, en plató teníamos a Sara Pérez Santaolalla, Samantha Villar y, por si fueran pocos los todólogos en plató, Elio Roque. Un grandilocuente influencer veinteañero con una capacidad argumentativa igual o menor que sus dos compañeras. Y efectivamente enfrentaron el discurso de Roma Gallardo desde el clásico juego sentimental que siempre nos arroja a la dualidad impuestos o cáncer. Y no es la primera vez que este debate se afronta de la forma más infantil y deshonesta posible.

Fue Javier Ruiz, un flamante afín ya en los espacios de televisión española, quien en 2021 y ante la marcha de varios youtubers a Andorra, arremetió contra ellos al grito de «chavales que estáis viendo esto, os están robando». Un debate al que, desde el gobierno y los medios, se le sigue dando la misma explicación, el chantaje emocional, porque ante la cada vez más evidente degradación de todos los servicios públicos, preguntarse a dónde va el dinero y ahora que en la actualidad se recauda más que nunca, la respuesta es la falacia de los hospitales, las carreteras y los colegios.

Porque da más votos el discurso sentimental de quién pagará el cáncer que aceptar que quien aprueba este espolio es o porque vive de él o porque le han comido hasta la última neurona que le quedaba. Pero claro, si hay estados de por medio, podemos esperar lo peor. Una de las ideas más extendidas dentro de la propaganda estatal es esa en la que un día llegó el Estado omnisciente del amor y la igualdad, cogió a todos de la mano y creó los servicios públicos para protegernos a todos. Y además, la idea de que sin Estado no tendremos nada. Una idea que ya apuntaba Murray Rothbard en su obra La anatomía del Estado, la asociación entre la muerte y los impuestos. Y así puede venderse además el discurso belicista que las cortes mediáticas de los estados intentan inocular.

Aquel que no quiera contribuir, aquel que no quiera aguantar la sangría por el bien común, es un insolidario. Pero si cambiamos la palabra insolidario por contrarrevolucionario, ya podemos satisfar mejor el objetivo real de esta narrativa. Es una engañifa más para crear buenos y malos ciudadanos. Miren si no, cómo son catalogados los que huyen de regímenes totalitarios como Cuba o Venezuela.

Quien no esté de acuerdo con el sistema se convierte en un paria social al que se puede y se debe señalar. Pues como Rothbard también señala, ante la amenaza de perder poder, el Estado utiliza cualquier medio disponible para movilizar a la gente y que ésta acuda en defensa del Estado con la creencia de que con ello está defendiéndose a sí misma. Y así funciona el señalamiento posterior, el que se pregunta adónde va todo el dinero sustraído o el que se marcha en busca de la

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