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Cuentos para niños
El caballero de la triste figura (Don Quijote de la Mancha)

El caballero de la triste figura (Don Quijote de la Mancha) 234g20

10/4/2025 · 03:33
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Cuentos para niños

Descripción de El caballero de la triste figura (Don Quijote de la Mancha) 4i4j73

El hecho es que a Don Quijote se le conocía como El caballero de la Triste figura. ¿Sabes por qué? Todo partió a raíz de esta aventura (como siempre, muy divertida): La aventura de Don Quijote y los encamisados. Don Quijote de nuevo confunde lo que ve y ... mejor será que lo escuches. ¡No te la pierdas! a1g66

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Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Tras la extraña aventura de los rebaños, Don Quijote y Sancho Panza buscaban una venta donde poder descansar, pero la noche se les vino encima, y hablando de sus cosas, de pronto distinguieron a lo lejos unas tenues luces que se movían.

—¡Por mis muelas, Don Quijote, ¿qué son esas luces? ¡Fantasmas! —¡No lo quiera Dios, Sancho, que ya tuvimos bastante con los del castillo aquel en donde te mantearon, pero esto es distinto porque están al aire libre y no podrán escapar de mi lanza! ¡Si son demonios, tendrán que pagar por ello! Las luces se acercaban, y entonces pudieron ver una comitiva encabezada por un hombre que cabalgaba sobre una mula, tras él una litera cubierta por un paño negro, y detrás una veintena de hombres encamisados que portaban enormes cirios encendidos.

La comitiva llegó hasta donde estaba nuestro caballero andante.

—¡Quieto ahí! ¿Dónde van? ¿Quiénes son? ¿A quiénes servís? mientras el hombre lo observaba entre extrañado y asustado ante aquella figura con armadura y lanza.

—¡No tengo por qué dar explicaciones a todas esas preguntas! ¡Tenemos prisa! respondió muy seguro el joven encamisado que también portaba un cirio.

—¡A mí no se me responde de aquella manera! dijo Don Quijote enfadado.

Y entonces comenzó a golpear con la lanza todo el que pudo, siendo el hombre de la mula al que tiró del animal, de la caída se rompió una pierna.

Todos los demás corrieron a resguardarse lo más rápido que pudieron.

Sancho pensó que su amo era en realidad tan valiente como decía, y Don Quijote, que vio al encamisado en el suelo, le volvió a preguntar lo mismo.

—¿Acaso soy hombre del demonio? —No, señor, respondió el joven, sino más bien de la iglesia.

Me llamo Alonso López, esos que han huido son sacerdotes.

Yo estudiante de bachillerato, llevamos el cuerpo sin vida de un señor que murió en Baeza y al que deben enterrar en Segovia.

—¿Y de qué murió el hombre? Tal vez debo vengarle.

Dios le mató enviándole unas calenturas.

Ah, en ese caso, siendo Dios el justiciero, no tengo más medida que tomar.

Pero viene agraviado que me ha dejado a mí con la pierna rota.

—Por hacerse pasar por criatura del demonio, ¿qué voy a pensar yo al verle llegar con esos sirios encendidos en mitad de la noche y así descamisados? Por lo menos podría a vuestra merced ayudarme a subir a la mula para seguir nuestro camino.

Don Quijote llamó a Sancho para que le ayudara, pero este estaba cargando sus alforjas con la comida y bebida que llevaba los hombres.

Al terminar, ayudó al bachiller a subir a la mula.

Este le preguntó, ¿cómo se llama su señor? —El caballero de la triste figura, respondió entonces Sancho ante la sorpresa de Don Quijote.

La comitiva partió y Don Quijote preguntó, —Dime, Sancho, ¿por qué me llamaste de esa manera? —Porque vuestra merced no ha visto lo que yo desde allá lejos.

Así, en la oscuridad, iluminado por los sirios, su figura es tremendamente triste.

—¡Ah, entiendo! Todo caballero andante tiene un mote por el que se le conoce.

Yo seré pues ese que dices, debería grabar en mi escudo la triste figura.

—Ya lo hará, que ahora es menester nuestro recuperarnos.

He conseguido víveres, vayas el muerto a la sepultura y el vivo a la hogaza.

Y los dos cabalgaron un poco más hasta un pequeño valle en donde pararon a comer y a beber para poder reponerse de la última aventura.

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